Taxi: Capítulo 3

Lentamente puse mis manos sobre mi falda, rocé con suavidad mis muslos mientras levantaba mi falda hasta que asomó la puntilla de mis braguitas. Retire el tirante de mi camiseta de raso y lo dejé caer sobre el brazo.


El taxista no podía dejar de mirar hipnotizado, no decía ni una palabra, solo miraba.


Mientras con una de mis manos me acariciaba entre los muslos, con la otra fui desabrochando uno a uno los broches que sujetaban los lados de la camiseta. El sujetador a juego se asomó a escena.


No podía dejar de mirar el retrovisor para estar segura de que él me veía.


Mis pechos se contoneaban cómplices de mi juego.


Deslicé mis largos dedos por entre mis braguitas.


Estaba mojada, excitada y agradecida de mi taxista. Y comencé a darme cuenta de que él estaba sintiendo lo mismo. Estaba igual de excitado que yo.


Jugueteé con mi clítoris una y otra vez, sin dejar de mirarle. No podía parar de tocarme hasta que introducí el dedo y empecé a masturbarme suavemente.


Jadeaba en cada semáforo, sólo con el hecho de pensar que cualquiera podría verme. Pero no podían, solo mi taxista lo hacía.


La noche cerrada me permitía poder dejar suelto el deseo que me llevaba consumiendo desde hacía mucho tiempo. Desatar toda mi locura en un trayecto de 15 minutos. No podía parar hasta que poco a poco sentí que el orgasmo estaba cerca.


Fue increíble.


Eché mi cabeza hacia atrás mientras mi cuerpo sufría uno de los espasmos más placenteros de mi vida. Solté un último gemido y mi taxista sólo pudo suspirar.


Me subí el tirante, me coloqué la falda en su sitio y me atusé el pelo. Llegaba a mi destino.


“¿Cuanto te debo?” Susurré al taxista


“Nada. Esta carrera cuenta de mi parte. Espero poder volver a recogerte.”


Salí queriéndome comer la noche, y así lo hice.







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